Proporción de arquitectos por mil habitantes en el conjunto de las comunidades autónomas españolas
El anterior modelo económico imperante en el estado español ha implosionado a lo largo de los dos últimos años como consecuencia de la crisis financiera. Ello ha arrastrado al abismo a las actividades relacionadas con la construcción y la promoción inmobiliaria de la cual dependen a su vez los profesionales de la arquitectura.
En un tiempo excesivamente corto, la gran depresión que sufrimos ha supuesto la desaparición de cuatro quintas partes del trabajo derivado de la arquitectura y el urbanismo, transformando una profesión boyante en un conjunto extenso de trabajadores en paro, que viven fundamentalmente de sus ahorros y de la solidaridad de los próximos.
A este difícil panorama profesional se une la aparición de nuevas amenazas como la que ha supuesto la Directiva Europea para la liberalización de los servicios y la subsiguiente Ley Omnibus, cuyos efectos sobres los arquitectos y sus organizaciones profesionales aun están por concretar.
Este conjunto de hechos ha llevado a que los modelos actuales de organización profesional, los Colegios de Arquitectos, hayan entrado en una nueva situación caracterizada por una patente inviabilidad financiera derivada de la insostenibilidad de la anterior estructura de ingresos y gastos.
Pero es que la forma tradicional en la que se han venido ejerciendo los servicios de arquitectura en España había sobrepasado los límites de la viabilidad para el conjunto de los profesionales, acelerando las desigualdades entre regiones y la implantación de una competencia descarnada entre los arquitectos. En 2007, se había alcanzado ya la cifra de 0,8 arquitectos por 1000 habitantes, superando entonces las necesidades sociales de servicios técnicos en esta especialidad. En Canarias, esa proporción llegaba ese año a los 0,85 arquitectos con lo que el problema ya estaba surgiendo aunque no de la manera tan flagrante que existe en las grandes capitales.
Añadiendo el deterioro producido en los años siguientes en el sector de la construcción, nos encontramos en una situación verdaderamente difícil y compleja que requiere un diagnóstico lo más certero posible para poder establecer unos objetivos realistas y emprender acciones muy tajantes a la mayor brevedad posible.
Frente al darwinismo del sálvese quien pueda, la preservación de unas estructuras colectivas, ajustadas a nuestra capacidad económica y que defiendan verdaderamente los intereses comunes de los arquitectos, es una necesidad ineludible. Para ello se deben superar las visiones elitistas del pasado, eliminar las pulsiones oligárquicas en el manejo de los asuntos comunes y luchar especialmente en la defensa y mejora de las condiciones de nuestros compañeros más desfavorecidos, jóvenes y sin trabajo.
Solo desde la unidad, con la cooperación y aportación de todos los que estamos concernidos, podremos superar este escenario tremendamente desfavorable para el conjunto los arquitectos en Canarias.
Se puede profundizar sobre este tema aquí: El acceso al trabajo de arquitectura
Reconsiderando lo que he escrito (en mi blog Islas y Territorio esta semana) sobre la situación de los profesionales de la arquitectura en España, es asombroso lo que supone disponer de datos más actualizados
ResponderEliminarSi bien en 2007 Canarias superaba los 1700 colegiados, de acuerdo a las tablas que se han suministrado para las elecciones en 2010 esta cifra ha disminuido a algo menos de 1450, lo que significa que probablemente, los arquitectos que están fuera de la corporación colegial superan seguramente los 300.
Muchos que conozco y con los que he hablado estos días me han comentado que en las condiciones actuales les es imposible pagar una cuota de alrededor de 40 € mensual a su demarcación.
Y es que en una situación de penuria , 480 €uros anuales es una verdadera fortuna. Y como me ha dicho alguno ¿para qué? Si no recibimos prácticamente nada a cambio.
El problema es que así no se puede ejercer la profesión si no entrando en la economía sumergida como alguno estará intentando pagando unos peajes discutibles.
Deberíamos también reflexionar sobre esta cuestión que afecta fundamentalmente a los más jóvenes y buscar la manera de volver a integrarlos en nuestro colectivo. Por que si algo necesitamos en este momento es la unidad y la participación de todos.