Por Isidro Rodríguez Molina
“Lo que no te mata te hace más fuerte”, máxima altamente conocida que me viene a la cabeza como un medio de mantener una idea positiva frente al futuro puesto que la situación actual es tan grave que o nos mata como colectivo o salimos de ésta con nuevas estructuras que den una solidez a nuestra organización. Es necesaria una reorganización urgente que nos permita afrontar los cambios que se están produciendo y seguirán en un futuro próximo.
La situación que estamos viviendo, a nivel general en la sociedad y a nivel particular en el COAC, en la que el desmadre económico anterior nos afecta de tal manera que nos movemos entre la incomprensión hacia los responsables de la misma y la preocupación por encontrar soluciones, nos mantiene aturdidos y desorientados sin saber a ciencia cierta que hacer para salir de la misma. A estas alturas todos sabemos que durante los años en lo que el Colegio pudo recaudar cantidades importantes pocos tuvieron la previsión de que una parte se reservara a la espera de tiempos peores. Esto nos ha llevado a la situación de “quiebra” en que nos encontramos.
En estos momentos estamos soportando una estructura colegial de dimensión innecesaria sin los medios para ello. Teniendo en cuenta que los cambios de legislación a los que estamos sometidos varían sustancialmente el rol de nuestro colectivo en la sociedad, debemos obligatoriamente pensar en la ejecución de cambios estructurales dentro de nuestra organización. No podemos seguir soportando por más tiempo la sangría de gastos que se genera y tendremos que afrontar sin más dilación una reorganización del funcionamiento colegial.
Creo que todos estamos de acuerdo en lo anterior, el problema radica en el “como”. Dado que los pasos a dar conllevan importantes inversiones económicas -reajustes de personal, modificaciones de funcionamiento que afectarán a los medios de transmisión/intercambio de datos, modificaciones de las bases contractuales con los nuevos “colaboradores” y “empleados”, a lo que se suma los costes financieros asociados, tendremos que enfrentarnos a que habrá que adoptar medidas nada populares.
La venta del patrimonio inmobiliario, la más inmediata y, por lo que se deduce de las opiniones vertidas en la asambleas, la más aceptada; la venta del patrimonio artístico de la que, hasta la fecha, solo se habla de pasada, pero que habrá que poner sobre la mesa como una alternativa, impopular entre los compañeros que con un gran sacrificio y una muy acertada visión artística apostaron; o, por fin, la menos aceptada que significaría la subida de las cuotas fijas aportadas por los colegiados.
El primero de todos sería una perfecta tabla de salvación si no fuera porque la crisis no solo nos afecta a nosotros y, en consecuencia, la venta de dicho patrimonio es bastante complicada ahora. El segundo en discordia es tal vez el más efectivo en estos momentos y aunque significa desprenderse de obras de gran importancia a nivel artístico, supondría, si se consigue su venta, un importante aporte económico a las arcas, una entrada de liquidez lo suficientemente importante como para ser por si sola la base económica para los reajustes necesarios. La tercera vía -que se refiere al incremento de cuotas- su alcance dependerá evidentemente de lo que se logre recaudar por los otros dos medios. Por ello, hay que anunciarlo claramente para no caer una demagogia que ocultaría la posible desaparición de nuestra institución.
Afrontar la evaluación de las necesidades reales de personal dentro del Colegio es hoy por hoy imprescindible. Creo que todos estamos de acuerdo en la dificultad que ello conlleva y no me refiero a la económica sino también a la íntima de los afectados. Es difícil explicar a los compañeros recién colegiados y los que no llevan mucho tiempo con nosotros, la relación mantenida con l las personas que han llevado nuestra corporación; hay que tener en cuenta que algunos llevan más de treinta años aportando su esfuerzo y que muchos de nosotros hemos aprendido el funcionamiento colegial gracias a ellos. A pesar de todo, si queremos garantizar el futuro de esta institución no nos queda otra alternativa, por difícil que resulte.
En cuanto a contrataciones se refiere, otro punto importante, por las experiencias sufridas, va a ser el establecimiento de unas bases claras y bien definidas contractualmente con los trabajadores de la institución que sean colegiados, estudiando un sistema alternativo que garantice su correcta contratación. Ello mediante un sistema que permita disponer de un contrato claro y justo, que facilite la relación y que se sientan tratados con justicia. Al mismo tiempo se garantizaría la inversión realizada en su formación, donde tal y como ocurre con las ayudas universitarias se produzca de alguna manera un proceso de devolución de lo aportado.
El funcionamiento administrativo debe llevar aparejado cambios en la organización humana sino también afrontar nuevos retos en cuanto a los mecanismos de comunicación. Cambios que permitan mayor agilidad y efectividad tanto en el terreno profesional (visados) como en el del funcionamiento de los órganos colegiales (información permanente, transparencia en la gestión y participación).
Debemos establecer finalmente el sistema que sirva de base para la mejora continua y evaluación del funcionamiento del Colegio (ISO 9001). Aquel que nos permita responder eficientemente a cualquier tipo de necesidad profesional demandada tanto por nuestros clientes privados, como desde las Administraciones Públicas. Es el caso de los Visados de Calidad.
Todos y cada uno de los puntos esbozados nos conducen a afrontar una etapa de grandes cambios y grandes sacrificios que tendremos que realizar con rigor, transparencia, participación y un profundo respeto hacia todos y cada uno de los afectados por ello.
En definitiva debemos reinventar el Colegio y tenemos que hacerlo entre todos, para que no volvamos a pasar nunca por etapas de crisis como ésta y, que como en la máxima con la que se inició este escrito, salgamos más fuertes y con la ilusión de un futuro mejor para nuestra profesión.